El mes de agosto llega a su fin, y con él cierro también una primera fase de este proyecto creativo en el que estoy inmersa.
Han sido meses de inmersión profunda: escribir cada día, sostener el foco, dejar que las palabras fueran tomando forma hasta dar vida al primer borrador. Un verano en el que todo giró en torno a este propósito, al punto de que incluso el mar, estando tan cerca, quedó en segundo plano.
Hasta que llegó el momento de cerrar.
Cerrar como punto y seguido… como ese respiro que abre la puerta a lo nuevo. Porque cuando entregas una primera versión, el cuerpo pide algo distinto: pide distancia.
Y yo lo hice de la forma más literal posible: Sumergiéndome en el océano.
Me regalé seis días de buceo en las aguas de Lanzarote para celebrar que conseguí mi objetivo veraniego.
Bucear, para mí, no es una metáfora: es experiencia pura en el cuerpo. Durante seis días exploré la inmensidad del azul, solté lo que ya no necesitaba y dejé que el silencio del mar me devolviera cla...
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